¡OJO! TE ESTÁS PERDIENDO UN MENSAJE IMPORTANTE.
Recibo cada día más madres en mi consulta con la sensación de que no son capaces de tolerar muchos comportamientos de sus hijos. Rabietas, llantos, gritos, la petición constante de atención, exigencias y faltas de respeto, actitud oposicionista y desafiante, falta de cooperación,… estas y otras muchas ser las temáticas sobre las que rondan sus discursos.
Me piden trucos, estrategias, técnicas para que eso termine y aunque las entiendo, e incluso me pongo en su lugar cuando mi hija me plantea una situación similar a las que me cuentan, (buff…, que difícil es no perder los papeles cuando además te dedicas a la educación y cómo deseo en ese momento tener la varita mágica que acabe con esa situación…), trato de acompañar a estas madres para que den la vuelta a esa visión tan negativa de los comportamientos infantiles y busquen el “mensaje oculto” que hay bajo esas actitudes de sus pequeños y no tan pequeños.
–“¿Mensaje oculto, Ana…?!!”- me dicen un poco desconcertadas a la par que interesadas por descubrir a qué me refiero.
Y es que no se trata de acabar sin más con esos comportamientos, por muy atractiva que parezca la idea de tener esa preciada varita mágica para acabar con esos comportamientos que nos sacan de quicio, y así poder vivir en paz y armonía con tus hijos todos los días de vuestra vida.
Me parece más interesante la idea de plantearnos la maternidad como un reto constante, donde tenemos que ir resolviendo enigmas, donde podemos ir dando soluciones a pequeños (o grandes) acertijos para poder pasar a otro nivel, y no hacerlo en soledad, sino como el equipo que forma nuestra familia.
¿Pero además, sabes qué? Pues que como en otras muchas cosas, en el comportamiento infantil no todo es lo que parece.
¿Qué te perece si te digo que tras eso que tu hijo te está mostrando y que no te gusta nada, hay algo más profundo que resolver, una dinámica familiar negativa, una creencia errónea que debe cambiar para que esa actitud se transforme de manera significativa y sea un aprendizaje real para él?
Ya, ya sé que me pongo excesivamente misteriosa y que no entiendes a qué me refiero…, pero voy a darte luz en este túnel de oscuridad que te planteo y que puedas entenderlo.
Quédate con 2 conceptos: el iceberg y los sistemas.
Para empezar vamos a hacerlo por un lado con una visualización muy clara: un iceberg. Y nos vamos a centrar en un enfoque integral del niño, donde la conducta siempre es como la punta de ese iceberg. ¿Ves lo que queda debajo? Hay mucho en el exterior, sobre el mar (lo que vemos es solo un 20% de lo que pasa) pero mucho más bajo él ¿verdad? (alrededor de un 80% es lo que no vemos de ese comportamiento) Todo eso es todo lo que sostiene esa conducta: como se percibe el niño, su autoestima, sus creencias, sus experiencias, sus relaciones …
Por otro lado, hay que tener en cuenta un factor importante que tiene que ver con las relaciones. Vamos a situar también la visión de ese niño desde un enfoque sistémico, porque el niño no está aislado sino que pertenece a una serie de grupos sociales (familia, amigos, compañeros de clase, equipo de fútbol…) que son sistemas, con sus propias dinámicas de funcionamiento, por lo que el sistema funciona de una forma determinada y el niño reacciona a esas situaciones tratando siempre de algo muy concreto, pertenecer al grupo ocupando un lugar (rol) concreto, y ¿cómo lo hace? pues con los recursos que tiene.
Entonces es cuando tú me preguntas: –“ a ver, Ana …¿entonces mi hijo me desafía y me desobedece en todo lo que le digo que haga porque quiere pertenecer a su familia…?”-
Sí, te cuento, sabes que el ser humano es un ser social por naturaleza, nuestro cerebro mamífero nos lleva a ello. Pero además, Alfred Adler y después Rudolf Dreikurs (psicoterapeutas y creadores de la Psicología Adleriana), decían que todos los seres humanos nos movemos por una intención que es la conexión, sentir que pertenecemos al grupo es necesario y que somos significativos en ese grupo, en la familia principalmente en las primeras etapas de la vida y posteriormente al resto de grupos sociales (amigos en la adolescencia por ejemplo…)
De hecho, te puedo contar que Dreikurs decía que “No hay niños mal portados sino niños desalentados”. Niños que no tienen las herramientas para conectar con los demás de forma positiva y movidos por su inmadurez y naturaleza humana, llegan a la conclusión de que la única forma que tienen de hacerlo es a través de comportamientos que nosotros calificamos de negativos y disruptivos. Pero voy más allá, mientras el niño anda a la búsqueda de ese objetivo que es la conexión, sigue un proceso inconsciente donde elabora varios aspectos:
- Desarrolla su propia percepción “¿Soy bueno…, soy malo…?”
- Desarrolla una interpretación “¿Si no me tienen en cuenta es que no soy importante…?”
- Elabora una idea propia, una creencia: “Soy malo por eso no me tienen en cuenta, solo me atienden cuando me comporto de forma inadecuada, solo soy importante para mi familia así…”
- Y finalmente, toma una decisión y actúa de forma negativa.
A través de esa percepción, interpretación y con la elaboración de su propia idea, tu hijo toma la decisión sobre lo que necesita para pertenecer y ser importante, las creencias que elaboran son su interpretación de la realidad, y por tanto su forma de pertenecer es negarse a hacer lo que se le pide, realizar esa conducta negativa que sabe que no debe hacer, explotar emocionalmente, desafiarte…
En realidad su mal comportamiento es un mensaje oculto.
¿Qué te parece esto que te planteo? Interesante, ¿verdad? Pues voy a descubrirte algo más.
Según la Psicología Adleriana, cuando tu hijo trata de buscar la manera de conectar contigo desde esa conducta negativa, entra dentro de cuatro posibles creencias equivocadas,4 metas erróneas, ¿quieres saber cuáles son?:
Conocerlas te dará las herramientas para saber qué le ocurre y cómo abordar esa situación.
LA PRIMERA. ATENCIÓN EXCESIVA.
¿Cómo reconocerla?
Lo reconocerás porque es cuando tu hijo te reclama constantemente para que le atiendas, se queja sin parar, es exigente, quiere ser el centro de atención por todo…
- ¿Qué le motiva a comportarse así?
La respuesta nunca está en el niño, sino en el adulto y nuestra forma previa de afrontar esa situación. Desde un sentimiento de irritación, le criticamos y le culpamos “¡Qué pesado eres, hijo!!” o nos culpamos nosotras mismas diciendo que le hemos consentido demasiado o le hemos prestado demasiada atención.
- ¿Qué hacemos nosotras ante ese comportamiento?
Tratamos de evitarlo haciendo cosas por el niño que sabe hacer solo para que pare de quejarse, le advertimos que pare y si no…
- ¿Cuál es la respuesta de tu hijo?
Pues para un ratito pero vuelve a reanudar esa u otra conducta peor al rato, ya que su necesidad no ha quedado cubierta.
- ¿Cuál es el mensaje oculto?
Esa actitud viene creada por la creencia que el niño desarrolla: “Solo soy importante cuando tengo atención constante, cuando me hago notar.” “Me da miedo perder tu atención, me da miedo que no me quieras”.
- Ante este objetivo erróneo, ¿qué necesita entonces tu hijo?
Necesita sentirse escuchado, tiempo especial para él que puedas pactar y negociar. Puedes ignorar la conducta pero nunca al niño ni sus emociones (valídalas, haz contacto físico y visual…) Involúcrale en lo que estés haciendo.
LA SEGUNDA. LUCHA DE PODER.
- • ¿Cómo reconocerla?
Cuando tu hijo te desafía y se niega a hacer lo que le dices, hace lo contrario o lo procrastina poniendo sobre la mesa su poder.
- •¿Qué le motiva a comportarse así?
La creencia “Solo soy importante cuando puedo controlar yo la situación, cuando mando sobre el adulto, cuando te demuestro que no puedes obligarme ni detenerme”.
- ¿Cómo respondemos nosotras ante esa conducta?
Nos sentimos constantemente provocadas y desafiadas. En ocasiones entras en lucha de poder utilizando el castigo para que “no se te suba a la chepa” pero la conducta se agrava más, y otras te sientes superada y terminas cediendo.
- ¿Cuál es la respuesta de tu hijo?
Su comportamiento se intensifica, siente que ha ganado al adulto cuando este muestra su malestar y le obedece aunque le desafía en el mismo proceso.
- ¿Cuál es el mensaje oculto?
El niño necesita sentir que es protagonista y parte importante del proceso así su mensaje para ti es: “Déjame ayudarte, dame opciones en las que sienta que soy importante”.
- Ante este objetivo erróneo, ¿qué necesita entonces tu hijo?
Necesita que no entres en lucha con él (respira y cuenta hasta 10 antes de reaccionar desde tu enfado) y que tampoco cedas. Necesita que le des límites firmes y amables a la vez, necesita saber que le respetas, que no puedes obligarle a hacer lo que no quiere pero que te gustaría contar con él así que pídele que colabore contigo. Establecer juntos las rutinas diarias y trata de hacerle amenas aquellas que menos le gustan a través del juego. Dale motivos para hacer lo que debe ayudándole a darse cuenta de lo bien que se siente, motívale con frases positivas que le ayuden a reconocerse bueno en muchos aspectos.
LA TERCERA. VENGANZA.
- •¿Cómo reconocerla?
Es cuando tu hijo tiene un comportamiento destructivo y agresivo. Cuando es grosero y trata de herirte con comentarios.
- •¿Qué le motiva a comportarse así?
El niño no se cree importante para nadie, le han hecho daño y trata de ejercer lo mismo en los demás (suele surgir en niños que han sido muy castigados). Nadie puede quererme, no soy suficientemente bueno para nadie.
- ¿Cómo respondemos nosotras ante esa conducta?
Te sientes herida y decepcionada. Puedes tender a contraatacar tratando de que se sienta mal y pare de hacer eso o sentirte como una víctima (¿Cómo mi propio hijo puede hacerme eso?)
- ¿Cuál es la respuesta de tu hijo?
Empeora su actitud y la intensifica.
- ¿Cuál es el mensaje oculto?
“Nadie me comprende, estoy dolido pero no es importante para nadie”.
- Ante este objetivo erróneo, ¿qué necesita entonces tu hijo?
Que valides sus emociones y les des importancia. Que empatices con él, trata de no actuar cuando se expresa su malestar, cálmate antes y habla con él cuando estéis más tranquilos expresándole como te siente y que entiendes que se pueda sentir mal. Abrázale, hazle sentir que le quieres y te importa.
LA CUARTA. INDEFENSIÓN APRENDIDA.
- •¿Cómo reconocerla?
El niño se muestra inútil, indiferente y pesimista. Nada le interesa, no se motiva con nada.
- •¿Qué le motiva a comportarse así?
El niño no se cree suficientemente bueno para ser querido, se ve inferior a los demás así que ha perdido el interés por mostrar lo bueno que hay en él. Trata de que la expectativa sobre él sea baja para así no decepcionar a sus adultos.
- ¿Cómo respondemos nosotras ante esa conducta?
Nosotras reaccionamos con desesperación y frustración, nada parece hacerle reaccionar, tendemos a compararle con otros niños (“Mira tu hermana que bien lo hace…” “ ¡A ver si aprendes de tu primo…!”), o intentamos que haga algo diferente criticándole pero no hay nada que le haga cambiar de actitud. Cuando vemos que no hay nada que hacer hacemos las cosas por él para que no se sienta peor.
- ¿Cuál es la respuesta de tu hijo?
Se muestra más pasivo aún, se vuelve pasivo confirmando que no vale.
- ¿Cuál es el mensaje oculto?
Esa actitud de tu hijo es una llamada de auxilio, “Por favor ayudadme a creer en mi”, “Enseñame poco a poco y seré capaz”
- Ante este objetivo erróneo, ¿qué necesita entonces tu hijo?
Demuéstrale que eres confias en él y su valía, hazle saber que si se esfuerza podrá superar todo lo que se le ponga por delante. Que siempre estarás a su lado para que aprenda. Ten paciencia y trata de hacerle ver los pequeños pasos que da. Ayúdale a hacer cada tarea en pequeños pasos y aliéntale cada vez que se equivoque.
Como ves, hay todo un mundo oculto en las actitudes negativas que tu hijo te muestra y que nadie te había contado ¿verdad?.
¿Puedes acabar con esos comportamientos de una vez?
La respuesta es Sí..
… pero te estas perdiendo la oportunidad de conocer a tu hijo de verdad, te pierdes la oportunidad de profundizar en vuestra relación y construirla desde un punto de vista más positivo, te pierdes la oportunidad de que tu hijo haga un aprendizaje significativo para manejar sus relaciones y sobretodo, te estás perdiendo la oportunidad de ser mejor madre, una madre que sabe resolver las situaciones desde una actitud constructiva y proactiva. Si acabas con estas actitudes de un plumazo, te estas perdiendo ser la mejor versión de ti misma, estás perdiendo a la madre que tus hijos se merecen tener para crecer emocionalmente sanos.
Si te apetece que profundicemos en ello o si necesitas más recursos para acompañar a tu hijo a tomar conciencia de qué le ocurre y herramientas para mejorar estas situaciones difíciles estoy aquí para que hablemos sobre ello.